Anarquía
de tinta
y
los bolígrafos como locomotoras
por
los raíles de un folio,
como
corre por mis venas el veneno
de
todo arte que pasó censura.
Que
no haya límite en la dimensión de las estructuras.
Mis
cefaleas no son más que bombillas verdes de la naturaleza;
que
como pingüinos se lanzan al agua las palabras.
Anarquía
de tinta en las paredes solitarias,
en
las servilletas de un bar,
que
regalen poesía en los recibos,
que
nadie diga nunca “te quiero”,
que
no diga “te odio”,
que
cada sentimiento es un poema,
que
no existe la alegría, ni el amor, ni la tristeza,
sino
una explosión indómita de tinta
para
cada minuto,
y
la libertad de contar lo que nos plazca.
Anarquía
de tinta, camaradas.
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