jueves, 30 de mayo de 2013

22. Alacena fronteriza

Llevo del cuello un colgante
con forma de corazón,
que se abre,
y aparecen nuestras fotos
y dentro guardo trenes,
drogas, sábanas, vicios,
cáscaras de discusiones, nuestros hijos de los huevos sorpresa,
abanicos en diciembre, insultos en primavera,
mi calavera, tu tibia, el peroné del futuro,
un destino necrófilo, viñetas en blanco,
una camarera abstemia limpiando la barra con tristeza,
mis amigos, tus enemigos, un caballo vago,
una marmota desbocada, caracoles cocainómanos desenfrenados,
mi elegancia narcoléptica, mi decencia paulatina,
mi dependencia nonata, tu tú,
y un de ja vù noctámbulo

entre nosotros.

lunes, 27 de mayo de 2013

21. Códice

Encontré como un códice
aquellas palabras en mis baúles.
Como escritas a mano y en una lengua muerta para mí.

Las encontré pero aún no he sabido traducirlas.

Recuerdo que en otra vida las usaba cada día,
sin reparo, sin atender al daño,
            a que sus aguijones iban cargados de veneno.

Ahora no puedo concebirlas como una realidad,
y se me aparecen circunscritas a de ja vu’s.

Mis paredes cuentan que las repito entre las apneas y el bruxismo.
Veo caras de marionetas de madera en quienes las pronuncian,
            quienes las disparan,
como peligrosas cerillas pelirrojas que chocan en mi barba de dos días.


Todos encontramos que únicamente ilusiones evocan regalando oscuridades.

lunes, 20 de mayo de 2013

20. La palabra


Necesito una palabra.
La más horrible del diccionario,
el sonido más insípido,
necesito la palabra que al pronunciarla
nos provoca arcadas.

Necesito esa palabra para transformarla en poesía,
para arrancarla de los empastes
de las muelas de una vieja
y convertirla en caramelo.
Necesito una palabra.
Muérdago, intestino, destornillador,
puntos suspensivos suspendidos en el aire…
con un 4,9.
He llegado a un punto en el que paso
del clandestino rincón de mi cuaderno
buscando una palabra,
una palabra preciosa.
Transistor, catapulta, cunilingus…
demasiado sencillo…
Musaraña, tubería, caracola,
sábanas de papel de plata para nuestra cama.

Necesito la puta palabra.

Necesito embellecer la primavera,
el amor, los corazones, el alma,
las sonrisas, el amanecer, el mar,
las montañas, las caricias, el deseo,
los besos, miradas, los ‘te quieros’,
las nubes, el sol, la luna,
las princesas, sirenas, ninfas,
los domingos por la tarde, el baile,
niña, guapa, cariño, mi cielo,
el desierto, los ojitos, la cintura,
las caderas, labios, boca,
el pelo, morena, mi vida,
no sé cual es más fea,
pero necesito encontrar esa palabra,
y vomitarle encima para embellecerla,
porque soy poeta
y defeco en la primavera,
el amor, los corazones,
etcétera.

domingo, 19 de mayo de 2013

19. Lo que pensé mientras me lavaba los dientes


Gafas de sol
bajo la lluvia.

Madrigueras ocupadas por ardillas antisistema,
tribus rurales de campesinos tunnig,
y gorras verdes
sobre el croma verde de la primavera.

Gafas de lejos
para la letra pequeña de la tarjeta
reflejada en el espejo retrovisor
de una furgoneta pirata.

Complicarse resulta divertido
para los que se aburren de ser autosuficientes.

Pendientes que penden de lóbulos preciosos
y tatuajes sobre la tez clara
de la diosa de la piel de seda.
Pendientes que no penden,
agujereando los cartílagos sedientos de vacío.
Botas de montaña
para subir las escaleras de la plaza.
Pistolas adornando las cinturas
de quienes intimidan con su presencia,
taquicardia,
producida por mis “protectores”,
y sentirse seguro rodeado de borrachos ex presidiarios.

Ganarse el paraíso
no depende de leyes,
pues creyentes también arderán en el infierno
si corrompen el “espíritu”.

El asesino es delincuente,
y el suicida racional,
autodestruirse es un derecho natural
y la venganza hacia los malos
es la paradoja de los justos.

jueves, 9 de mayo de 2013

18. Los hijos ilegítimos del sol



La claridad de la niebla
está violando a las ventanas
y fornica con mis pupilas en un baile de disfraces.

Tras la niebla nos han dicho que hay un sol
cuyos rayos desvirgan a las nubes
que fecundan indeseados amaneceres abandonados a su suerte.
Las nubes son jóvenes madres solteras
que lloran periódicamente cuando sufren un aborto psicológico.

Aquellos amaneceres huérfanos
son quienes dejan insatisfechas a mis pupilas.
La claridad de la niebla las contrae
pero a la espalda las dilata.
La claridad de la niebla ha dejado preñadas a las ventanas
y ahora me corteja con su baile de disfraces.
            Desengañadas, mis pupilas, escupen lágrimas de vinagre
y las ventanas dan a luz a los reflejos cristalinos
que morirán siendo fetos,
y habitan en los azulejos de los zócalos de mis encías.

Después de todo,
ellos son blancos como los hijos ilegítimos del sol
y aparecen cuando la luna se masturba en las tinieblas
y mis pupilas se dilatan por la claridad del humo
            que nunca engaña.

jueves, 2 de mayo de 2013

17. Macedonia


Macedonia de tornillos y clavos oxidados
con leche condensada,
y un vasito de zumo de fregona natural
            exprimida a mano,
para desayunar.

Y las horas pasando como por joder,
mientras miramos las paredes intentando descifrar
de qué manera hemos llegado
a convertirnos en una rata más,
de las que odiábamos cuando éramos niños.

Y las horas pasando.
Y nada nos llena
porque hace tiempo que la avaricia perforó nuestro saco
y ahora pretende trepanarnos el cráneo.

¿Por qué una hora era más larga cuando éramos niños?

Y las horas pasando como putas,
mientras nos hacemos cuestiones intrascendentes
que consiguen llenarnos de lágrimas
            las solapas de los ojos,
y nos sentimos pequeños,
y quisiéramos acurrucarnos en los brazos de una madre,
pero las horas siguen pasando como locomotoras
y ya no tenemos madre,
tenemos un espejo que refleja a quien ha de defendernos,
y tiene miedo.