Encontré como un códice
aquellas palabras en mis baúles.
Como escritas a mano y en una lengua muerta para mí.
Las encontré pero aún no he sabido traducirlas.
Recuerdo que en otra vida las usaba cada día,
sin reparo, sin atender al daño,
a que sus
aguijones iban cargados de veneno.
Ahora no puedo concebirlas como una realidad,
y se me aparecen circunscritas a de ja vu’s.
Mis paredes cuentan que las repito entre las apneas y el
bruxismo.
Veo caras de marionetas de madera en quienes las pronuncian,
quienes las
disparan,
como peligrosas cerillas pelirrojas que chocan en mi barba
de dos días.
Todos encontramos que únicamente ilusiones evocan regalando
oscuridades.
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